¿Te ha pasado que has estado pensando en una persona en particular y de pronto te llama por teléfono? O que simplemente deseaste algo, lo que fuera, y de un día para otro llegó a tu vida, o sin ir más lejos, lo que nos pasa a muchos, perdiste las llaves y rogaste a tu ángel guardián -o a quien sea que sentiste que estaba ahí para oír- que te dijera donde estaba y ¡oh! algo te lleva al lugar exacto en donde las habías olvidado.
Eso, amigos, es magia en acción. Sí, porque no solo aquel que ocupa una varita mágica, o complicados rituales tiene ese poder dentro suyo, no, todas y cada una de nosotros tenemos el potencial de realizar actos mágicos a voluntad. No digo que pase siempre, pero el primer paso es ir tomando consciencia de que nuestra mente es más poderosa de lo que muchas veces creemos, ya que no es solo una parte tuya que habla y habla todo el día, mejor sería ir viéndola como aquel pequeño lugar de tu ser en donde yace un poder –tal vez dormido en muchas de nosotros – que te permite ir moldeando tu realidad acorde a tus deseos personales. Lo que pasa es que como hacemos estos pequeños actos mágicos sin darnos cuenta, muchas veces lo confundimos con casualidades, pero te invito a que prestes atención la próxima vez que te suceda algo de este tipo. Será algo como ir retrocediendo en cada paso que diste hasta que ese milagro se concretó, da lo mismo si era un hecho grande o pequeño, lo importante es que fue algo que para ti era importante. Por ejemplo, cuando encontraste ese anillo que amabas y que se había desaparecido durante días y que, ya al final cuando te rendiste, rogaste al cielo ¡que apareciera de una buena vez! Y oyendo un coro angelical descubriste que estaba olvidado en un bolsillo de tu chaqueta; esa emoción que seguramente sentiste es alegría, alivio, pero si analizamos bien es agradecimiento puro, esa sensación es la que hay que guardar como oro en tu corazón, porque con ella podrás comenzar a hacer más magia de la que creas posible. ¿Por qué? Porque al unir corazón y mente puedes obrar milagros, lo importante es que sepas enfocarlo y que comiences lentamente.
Practiquemos: Pide a Dios o tu ángel guardián ayuda para alcanzar tu deseo, comienza por algo pequeño así sucede más rápido, lo importante es que enfoques toda tu energía interna, me refiero a que no tengas nada más en tu mente y traigas en ese instante aquel sentimiento de gratitud que sentiste cuando algo que querías ya se hizo realidad, siente físicamente lo mismo, con la misma intensidad e imagina que se mezcla esa energía saliendo de tu corazón con la de tu mente que da la orden de que eso suceda. Libérala al universo y agradece convencida de que ya se cumplió tu petición. Espera y verás los resultados.