Los nativos de Cáncer que reciben la mayoría de sus energías de su constelación regidora, suelen ser personas muy susceptibles a los estímulos externos, lo que les provoca ser como una especie de esponja absorvedora de todo lo que sucede a sus alrededores. Los Cáncer, deben de procesar toda esta información, como cualquier otra persona, y decidir con cuál se van a quedar dentro de sí mismos y cuál deben desechar. Pero la cantidad tan extraordinaria de estímulos y sensibilidad a la que están siendo expuestos día a día, hace este proceso más difícil y demandante que para las demás personas. No solo es más difícil, sino que también más severo.
De pequeños no tenemos una esencia propia. Comenzamos nuestra vida imitando a las personas a nuestro alrededor, aprendiendo de ellas y haciendo nuestras las características y los elementos que más se adecuen a nuestras experiencias. Imitamos el idioma, los pensamientos de nuestro hogar, los valores, las tradiciones y las costumbres. Pero como es normal, a una cierta edad dejamos de absorber y sale a relucir nuestra propia esencia, nuestro propio espíritu que tiene su propia marca y naturaleza. Aquí es cuando comenzamos a desechar la mayoría de las cosas externas porque sentimos que ya se ha completado nuestro propio ser y no tomaremos más del exterior, sino que ahora nosotros daremos al mundo sobre nosotros mismos.
Cuando una persona tiene dentro de sí mismo la energía de Cáncer, nunca puede cerrarse a los estímulos exteriores. Todo el tiempo está recibiendo nueva información, nuevos elementos; y todo el tiempo tiene que estar decidiendo con cuáles debe trabajar para incorporarlos dentro de sí mismo, y cuales debe desechar. Es un proceso que nunca termina y puede llegar a generar un conflicto muy grande con la propia identidad personal. En este conflicto que se lleva a cabo después de un tiempo dentro de una persona, no hay una solución rápida ni segura.
En este conflicto ya no sabemos quiénes somos ni porqué hacemos lo que hacemos. Ponemos en duda nuestras propias metas y hábitos. No sabemos si nosotros somos así o si la sociedad quiere que seamos así. Este conflicto interno nos deja en un estado de inacción que no nos permite avanzar ni movernos. Nos sentimos amarrados al piso y nuestra mente no sabe qué hacer. Busca caer en un estado de reposo, busca descansar, pero hacer esto no lleva a cabo ninguna solución. Se necesita mucha fuerza de voluntad para sobrepasarlo.
En estas situaciones no es suficiente la energía que recibimos del cosmos para poder resolver el conflicto y establecer claramente quienes somos. Para estar seguros de nuestra propia identidad tampoco nos es completamente benéfico encerrar nuestro propio ser y aislarnos de las demás personas. Sino que debemos rodearnos de las personas que queremos y amamos. Solo así podremos sentir que estamos en un ambiente de confianza y seguridad, y es solo así que nuestro espíritu y nuestra propia identidad puede salir a relucir y hacerse presente de nuevo. Solo saliendo de su escondite es que nos daremos cuenta de en realidad quienes somos.